16/5/24

342. Tentaciones

    Seguro que a Oscar Wilde no le pasó, pero yo ando reñido con mis tentaciones desde que tengo uso de razón. Solo con sucumbir a una de ellas —muchas y diferentes— bastaría para arruinar mi vida entera y la de otras personas. Más que nada porque incurriría en algún delito grave y es algo que no me puedo permitir.

    Tampoco es cuestión de enumerarlas, puesto que no quiero alarmar a nadie. Aunque hoy en día ya nadie se alarma por nada, a no ser que el móvil se quede sin batería o falle en casa la conexión a internet. Con todo, ayer tuve que hacer un gran esfuerzo para no ceder al impulso. Supongo que me falta atrevimiento, o que, de momento, no estoy lo bastante loco.

    De momento.



13/5/24

341. Ahora que ya no estás

    La magnitud de tu ausencia ha sido una bendición.

    Y ahora que ya no estás se respira mejor y el sol brilla con una intensidad que no hiere. Los días que antes eran plomizos se han vuelto una mágica sucesión de momentos bellos y coloridos. Y las pesadillas y la vigilia son ahora viajes oníricos a remansos de sosiego. 

    Ahora que ya no estás, he recobrado la energía necesaria para finalizar todos mis proyectos a medio hacer. Incluso reconozco el sonido de mi risa y mis erecciones vuelven a ser rudas y viriles. La música ya no suena a estridencia, y el silencio de tu ausencia es bálsamo para la paz de espíritu.

    Ahora que ya no estás también caducarán los medicamentos del botiquín del lavabo y envejeceré con alegría. Porque he vuelto a recobrar el apetito por la vida, y las migrañas, los retortijones y reflujos estomacales han desaparecido.

    Ahora que ya no estás todo fluye y nada se marchita alrededor, y yo me he dado cuenta de lo mucho que dabas por culo, hostia y joder.



10/5/24

340. Jornada de re-flexión

    Pasado mañana, domingo, hay elecciones en Cataluña, de modo que voy a re-flexionar. Voy a re-flexionar tanto que ni Amadeo Lladós podrá seguirme. Voy a realizar unos fucking burpees para un voto útil y responsable.



8/5/24

339. Las tardes con AR

    Más o menos éramos unas ciento cincuenta personas, sanas y de inquietudes similares, las que quedamos mediante internet para la celebración de la fiesta. El evento se dio por todo lo alto en una vivienda que lleva cinco años deshabitada. 

    No es la primera vez que nos juntamos, desde luego. De hecho, llevamos haciéndolo durante año y medio dos veces al mes por lo menos, a no ser que queramos cortarnos las venas o rebanarle el cuello a alguien. 

    ¿Que qué es lo que hacemos exactamente? Pues lo que se hace siempre en todas las fiestas, ¿no? Despelotarnos, meternos un dedo por el culo e invocar a Satán y a toda su legión de putas, claro.

    ¡¿Pues qué vamos a hacer, cojones?! Llegamos con nuestra música y nuestras bebidas, liberamos toda la presión acumulada por las putadas cotidianas y laborales, recogemos los desperdicios y nos vamos. 

    Aunque esta vez admito que se nos ha ido de las manos. Si no nos habríais descubierto. Y tampoco voy a poner como excusa el ímpetu de la juventud, que una cosa es que seamos jóvenes y otra unos descerebrados. 

    Pero es que arrastramos mucho desengaño y frustración. Supongo que darnos cuenta a hostias de que el mundo que nos vendieron desde preescolar no existe, nos ha encabronado hasta el punto de que hemos perdido la perspectiva.

    Así que pedimos perdón por haber destrozado la vivienda de fondo buitre donde se hizo la quedada. De todas formas, a vosotros os va muy bien toda esta carnaza para vuestro programa amarillista. Y de paso podéis aprovechar para demostrar que no sois tan gilipollas como con lo de la supuesta orgía en el Viña Rock.




6/5/24

338. Cuerpo a cuerpo

    Si bien yo soy cabrónido y no ciervo, llevo un tiempo prolongado en estado de berrea y cualquier cosa que ocurra a mi alrededor lo asocio al acto copulativo. Como con las tormentas de la semana pasada, por ejemplo, presenciadas tras el cristal de la ventana birra en mano.

   Es increíble el poder absoluto de la Naturaleza cuando dos frentes nubosos chocan y se desata la maravilla. Como si el cielo y la tierra se acariciaran, y el calor acumulado del sol ardiente deseara con locura el contacto tímido al principio, salvaje después, de esas nubes densas y crecientes como algunos besos; como algunas pieles sensibles y acaloradas que todavía no han olvidado cómo entregarse y recibirse.

    Lo mismo me ocurre cuando dos vehículos colisionan uno contra el otro a gran velocidad. Como un brutal apareamiento de anatomías suicidas que no pueden evitarse, y se follan con la intensidad de las erupciones volcánicas más allá de todo raciocinio hasta la carencia total de ser. 

    Con todo, aún no he visto algo a lo que asociar a una gran orgía, ahora que las tormentas han cesado y quizá todos queríamos un poco más.



2/5/24

337. Concierto para ellos

    Un día desafinado en el que muchas cosas no podían ir a peor, decidimos enfrentar a nuestros enemigos. Llegaron a creerse intocables, pero habíamos enloquecido y nos dimos cuenta de ello cuando cambiamos nuestros instrumentos musicales por ametralladoras. 

    Nos habíamos cansado de protestar tocando. 

    Las canciones devinieron en himnos de guerra, y al compás de las balas la melodía se tornó muerte. Disparamos contra ellos cientos y cientos de proyectiles en octava y en clave de do. Parecía que íbamos a ser los perdedores de aquella sinfonía belicosa, pues eran numerosos y estaban muy bien organizados. Pero a nuestro concierto de destrucción también se unieron dueños de bares, gimnasios, peluquerías, discotecas, salas de juegos, comercios varios... y conseguimos vencer.

   Ahora, la totalidad de la música está libre de derechos y se puede reproducir en cualquier lugar sin coste alguno. Habíamos acabado con el dedo índice dolorido, sí, pero también con la SGAE.



29/4/24

336. Solo puede quedar uno

    El hijoputa o la hijaputa es esa clase de persona que, algún día, casi todos conocemos. No tenemos dudas de ello porque una vez que se cruza en nuestra vida, sea desde la infancia, la adolescencia o la edad adulta, ya nunca se va del todo. Por eso, sin saber muy bien cómo, acabamos conociéndola muy bien. 

    Yo hace unos treinta y cinco años que conozco a esa clase de persona en particular. Creo que si hemos durado tanto sin llegar a las manos es porque yo soy tan hijoputa como ella, sin que por ello mis defectos sean los suyos. Tampoco tengo claro que yo sea su hijoputa particular, aunque quién sabe si no lo soy para otra persona.

    A lo largo de los años, he perdido la cuenta de las veces que nos hemos peleado verbalmente. Nos conocemos tan bien que cuando sucede es de veras repugnante. No por el enfrentamiento en sí, sino por lo que nos llegamos a decir. 

    Tengo claro que, como todas las relaciones duraderas, sanas e insanas, esta acabará en cuanto muera una de las dos partes, obvio. Lo que no tengo tan claro es si la muerte será por causas naturales o en plan Los Inmortales (1986).




25/4/24

335. Ella era ella

    Estuviera donde estuviera, ella era ella desde que se levantaba hasta que se acostaba. Indiferente a las miradas, a los comentarios y a las cámaras de los móviles. Es decir, ella era ella con su indisimulado bigote, su tupida uniceja y sus brazos, piernas y axilas sin depilar.

   Ella era ella y sin pretenderlo tenía el poder de influir en fenómenos naturales y en los animales. 

    Si salía a la calle en un día soleado, el Sol se ocultaba en segundos. Si lo hacía de noche, la Luna también desaparecía de igual modo. Si contemplaba con fijeza un cielo azul y despejado, se desataba la tormenta. Si era hielo lo que miraba, lo licuaba al instante, y si se iba a la playa las olas la rehuían. 

   Los animales venenosos se abstenían de picarla. También la abeja, el mosquito y la avispa. El resto de animales que le salían al paso se tapaban la cara, y gimientes se escondían o se alejaban. Y allí por donde pasaba el suelo se agrietaba y la vegetación se mustiaba.

   Con todo, ella siempre era ella pasara lo que pasase, sólida y real, en un mundo estereotipado que todavía no estaba preparado para su apariencia.



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